Dibujo preparatorio para la Victoria Alada. Francisco Bayeu

1763
37 x 33,5 cm
Lápiz negro sobre papel verjurado verdoso

Entre las obras de arte más destacadas que posee la Universidad Hispalense se encuentran tres dibujos facturados por Francisco Bayeu y Subías (1734-1795). Forman parte de un vastísimo repertorio de bocetos y estudios preparatorios, la mayoría en el Museo del Prado, que el maestro aragonés utilizó como referencia para la realización de los frescos diseminados por los Reales Sitios.

Estos dibujos son producto de la asimilación de los modelos que Anton Raphael Mengs inculcó a la Academia madrileña al ser nombrado pintor de cámara por el rey Carlos III. Mengs consiguió dar un fuerte impulso a la carrera de Bayeu al reclamarlo para que se instalase en la Corte, lo acogió bajo su protección, encargándole la que sería su primera gran pintura al fresco en el Palacio Real de Madrid, La Rendición de Granada (1763), que debía ornamentar la bóveda de la tercera antecámara de los aposentos de María Amalia de Sajonia, esposa del rey Carlos, pero que debido a su prematuro fallecimiento nunca llegó a ocupar, asignándoselos posteriormente a la reina madre doña Isabel de Farnesio.

El más antiguo de los tres, catalogado como Cabeza de diosa mitológica, está rubricado en el anverso por el artista, además, en su reverso podemos ver la inscripción propria  Joa  Cortés, que indica la propiedad de Joaquín Cortés, pintor sevillano pensionado en la Academia de San Fernando de Madrid. Debió de traerlos a nuestra ciudad a su vuelta de Madrid en 1802, incorporándolos como material de estudio tras su nombramiento como director de pintura en la Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla de ese mismo año.

La importancia de esta obra radica en que sirvió como estudio en detalle del rostro final que se empleó en la Nike, Nice o Victoria alada del fresco de La Rendición de Granada. Lo que supone que a través de este dibujo, Bayeu desarrolló un modelo de fisionomía femenina tan característico que luego reproduciría con distintos matices y gran repercusión en obras posteriores, llegando a ser empleado por su hermano Ramón en los trabajos que efectuó para la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

Se trata de un rostro de mujer que aun siendo joven ha alcanzado un alto grado de madurez, pues da cierta sensación de cansancio, como corresponde a una alegoría que va en consonancia con aquello que simboliza, el arduo esfuerzo que conllevó la victoria y expulsión de los musulmanes de la Península Ibérica y la consiguiente unificación del Reino de España.

El incluir a la Victoria alada resulta fundamental en el mensaje que se quiso transmitir con el conjunto del fresco, algo que destaca Francisco José Fabré en su obra dedicada a las bóvedas del Palacio Real: “En sitio superior se ve volar a la Victoria dispuesta a coronar con la guirnalda de laurel las sienes del vencedor; además de este atributo la distingue por tal la palma que tiene, en demostración de tan importante triunfo conseguido contra el poder mahometano.”

Extractado de: Besa Gutiérrez, Rafael de; Voltes Gálvez, Joaquín. Francisco Bayeu. “La colección de dibujos académicos de la Universidad de Sevilla”, en Artigrama, nº 33, 2018, pp. 347-368.

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