María del Mar Terrones Villanueva

Natural de Orce, provincia de Granada, María del Mar Terrones nació en 1892, fue maestra de primera enseñanza, llegando a licenciarse en Medicina en la Facultad de Cádiz, en aquel momento integrada en la Universidad Literaria de Sevilla. Terminó sus estudios académicos en 1912, para seguidamente, completar el curso de doctorado en Madrid. Tras su finalización volvió a Cádiz. Junto con la jiennense Patrocinio Biedma y la gaditana de San Fernando, Emma Calderón de Gálvez, son consideradas las precursoras de periodismo en la ciudad de Cádiz [1].

Más que por su formación como doctora en medicina, se le conoce por su actividad periodística y social, participando intensamente en los cenáculos intelectuales de la época. En 1911, fue miembro de la Asociación de la Prensa de Cádiz junto con las anteriormente citadas, Patrocinio Biedma y Emma Calderón, teniendo el honor de formar parte de la organización del Congreso periodístico español celebrado en esa ciudad en 1912, en el cual también participó la escritora Emilia Pardo Bazán. De ellas se dice, que no mostraban nunca ninguna incomodidad ante la sociedad patriarcal en la que vivieron, ni tampoco se sintieron víctimas del poder que los hombres ejercían en los círculos periodísticos, académicos y culturales en los que se movían. Es más, sus opiniones fueron muy bien valorada por estos. En diciembre de 1911, la revista, Diana: Revista Universal Ilustrada, le dedica la portada de su nº 91, además de ser elegida socio de honor del Centro Escolar Gaditano.

De educación católica y conservadora, fue nombrada directora de la Academia teresiana femenina para estudiantes de magisterio de Cádiz que formaba parte del proyecto de fundación llevado a cabo por el Padre Pedro Poveda. Escribió para varias periódicos y revistas, sobre todo artículos de opinión. Llama la atención su colaboración en el Diario de Cádiz y en la  publicación, Deportes: Revista quincenal para los aficionados a la Ciencias, Artes, Literatura y Sports, allá por 1912. En 1915, el diario El Heraldo de Madrid, la incluye en su portada como prototipo de la nueva mujer culta, comprometida y refinada. Estando ya en Madrid, en 1926, se convierte en una de las fundadoras de la asociación de mujeres españolas, Lyceum Club Femenino, desmantelado con el fin de la II República. Dentro de este selecto grupo merece la pena mencionar a personalidades como Victoria Kent o Zenobia Camprubí.

A nivel personal, se casó con Teodoro Vega Díaz, consejero del banco Hispano-americano, lo que le permitió una vida holgada y sin dificultades económicas, al punto de ser considerada por sus familiares como “la ricachona”. Jugó un papel importante en la ayuda que prestó a su hermana Concepción, “Pura,” y a sus hijos, en su regreso a España tras el exilio en Tánger y Casablanca, como consecuencia de la contienda civil española, llegando a hacerse cargo del hijo mayor de ésta, Guillermo, al que intentó, sin conseguirlo, darle un futuro. Falleció en Vigo en 1980.

J.V.G.

 

[1] Sobre esta cuestión, merece la pena detenerse en el libro escrito por la Catedrática de Lengua y Literatura, Cristina Ruiz Guerrero, “El pensamiento audaz tiende su vuelo. Pioneras del periodismo en Cádiz”, donde rescata la vida de estas tres mujeres.

 

Imagen superior: Isabel Valle Ayllón

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