Una de las más bellas obras de arte que atesora la Universidad de Sevilla, por el simbolismo y la sensibilidad que desprende, es el dibujo realizado por Rafael Alberti (1902-1999) que lleva por título, “Cuando crezcas, Aitana”. Realizado con tinta sobre papel y dimensiones de 20,5 x 12,5 cm, los estudiosos del poeta la fechan hacia 1950.
En realidad, la obra es una de esas rara avis que conjuga perfectamente el arte pictórico, en este caso un dibujo, con la poesía. Pero no lo es tanto si nos adentramos en la vida del poeta portuense, ya que su vocación más temprana como artista fue la pintura, hasta el punto de llegar a exhibir su obra en el Ateneo de Madrid en el año 1922, en lo que sería la primera exposición de arte abstracto de un artista español.
La obra que nos atañe es un claro ejemplo de esta dualidad, pintura y poesía. Representa una constelación, o sea, un conjunto agrupado de formas que comparten una serie de rasgos comunes que aparentemente consiguen crear una figura indeterminada. Se hace evidente, que la forma de expresión artística que mejor se adecua a esta temática es la abstracción. Además, el poeta recurre como género literario al aforismo, uniendo en este caso dos poemillas diferentes, que a su vez contienen dos versos cada uno, y que sabe combinar de manera magistral para darle un significado sugerente, disponiéndolo sobre el papel de manera dispar y aleatoria: “Cuando crezcas Aitana/ Le enseñarás al mar astronomía” y “De lejos tiene el mar conversación de bosque/ ¿Tiene el bosque en su umbría conversación de mar?”
Los versos forman parte del poemario “Pleamar”, primera obra que escribió Alberti en el exilio americano entre 1942-1944. Sus protagonistas son el mar y su hija Aitana, nacida en Buenos Aires en 1941. En él, Alberti nos muestra toda su nostalgia por la lejanía y el recuerdo que le ocasiona su marcha de España tras la derrota del bando republicano. Pero al mismo tiempo es una esperanza de futuro de las generaciones posteriores, de ahí el significado del primer aforismo (los dos primeros versos). La esperanza en la juventud como elemento de unión y cambio de rumbo del país hacia mentalidades más abiertas y tolerantes. El segundo, parece aludir al mar como el lugar de libertad y de grandeza que debe ser frente al bosque, que simboliza la espesura de la mentalidad tradicional del régimen dictatorial franquista.
Hemos aludido al uso del aforismo, poemillas breves de dos o tres versos, sencillos, directos y que conllevan una determinada intencionalidad. Alberti los utilizará en la segunda sección de su obra “Pleamar”, que él llama “Arión”. El simbolismo de este personaje es esencial para entender la obra que estamos tratando. Arión era un poeta y músico de Lesbos del s. VII a C., autorizado por el tirano de Corinto, que recorría la Magna Grecia y Sicilia para ganarse la vida con su cítara. Cuando viajaba en un barco que lo trasladaba desde Sicilia a la península italiana, se produce una conjura de los marineros para asesinarlo y robarle el dinero ganado. Apolo se le aparece en sueños y le promete su ayuda, así cuando fue atacado pidió a sus agresores, como gracia, que le dejaran cantar por última vez, a lo que estos accedieron. Cuando comenzó a cantar, los delfines de Apolo acudieron al rescate y Arión se lanzó por la borda, salvando la vida. Fuera de peligro el músico realizó una ofrenda a Apolo y este, en conmemoración del episodio vivido, transformó su lira y al delfín salvador en constelación.
Son los, anteriormente citados, aforismos, 93 y 55, de “Arión”, los que va a combinar Alberti para insertarlo en el dibujo propiedad de la Universidad. La metáfora y el simbolismo usados parecen obvios. El mar actúa en ambos casos como salvador, para uno por la aparición de los delfines, para Alberti, por poder continuar con su poesía en el exilio al otro lado del Atlántico y la ayuda de amigos como Neruda.