El Panteón de sevillanos ilustres

El Panteón de sevillanos ilustres, antigua cripta de los jesuitas, presenta una planta de cruz latina, con una cabecera poco marcada y cubierta abovedada. A ella se accede por la Facultad de Bellas Artes, junto a la portada renacentista, ubicada en el brazo del crucero del lado de la epístola, la cual comunicaba la iglesia de la Compañía de Jesús con el claustro de la Casa Profesa.

En 1767, Carlos III decreta la expulsión de la Compañía del Reino de España, lo cual aprovecha el asistente real de la ciudad de Sevilla, Pablo de Olavide, para solicitar al rey la reutilización de la Casa Profesa. Por Real Orden de 1768, verificada en 1771, se concede ésta como sede de lo que sería la futura Universidad Literaria, además, del uso de la iglesia de la Anunciación para la celebración de actos religiosos y académicos.

En 1836, el canónigo de la catedral, don Manuel López Cepero, propuso a las autoridades universitarias el traslado a la iglesia de algunos restos y motivos funerarios rescatados de los conventos y templos saqueados por las tropas francesas de ocupación y de los que estaban siendo desamortizados. Con ello se pretendía eliminar la decoración “churrigueresca” de los ampulosos retablos barrocos y devolverle al edificio una estética interna más acorde con la traza renacentista del edificio.

A comienzos de la década de los setenta del siglo XX (1970-1972), promovido por el director general de Bellas Artes, Florentino Pérez Embid, se acometieron reformas, dirigidas por el arquitecto don José Galnares y Sagastizábal, consistentes en trabajos de limpieza, protección y ampliación, que dieron como resultado la transformación de la antigua cripta de la Compañía en el Panteón de Sevillanos Ilustres, el cual acogería desde ese mismo momento los restos y motivos funerarios reunidos en la iglesia por don Manuel López Cepero desde 1836.

Entre las personalidades más afamadas que allí se localizan, destaca  la estirpe familiar de los Ponce de León, que llegaron a alcanzar mucho poder por el apoyo y lealtad que ofrecieron a la dinastía de los Trastámara; militares como Francisco Duarte de Mendicoa y Lorenzo Suárez de Figueroa; el ilustre humanista Benito Arias Montano, capellán de Felipe II que participó en el Concilio de Trento y que por orden del rey se encargó de corregir, actualizándola, la Biblia Políglota Complutense, dando como resultado la conocida como Biblia Regia; el historiador, biógrafo, anticuario y poeta del Siglo de Oro, Rodrigo Caro; los eclesiásticos, ilustrados y masones, Félix Reinoso y Alberto Lista; los rectores de la Universidad de Sevilla, Antonio Martín Villa y José Mariano Mota Salado; escritores, poetas, historiadores y protectores de la arqueología de la talla de José Gestoso, José Amador de los Ríos o Francisco Mateos Gago; el precursor en España de la Medicina Forense y la Antropología Criminal, Antonio Lecha-Marzo; políticos de la enjundia de Luis José Sartorius y Tapia o Federico Sánchez Bedoya.

Por último, destacar las figuras de los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano o el de la escritora Cecilia Bölh de Faber, más conocida como Fernán Caballero, última incorporada al panteón.

 

J.V.G.

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