La colección de amuletos egipcios de la Universidad Hispalense, con piezas que van desde el Imperio Medio hasta el periodo romano, forma parte de otra mayor compuesta por una serie de objetos de diversa índole procedentes del Antiguo Egipto[1]. Fue adquirida entre 1968-1970, por el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad, y según los expertos, posiblemente provengan de excavaciones realizadas a nivel superficial.
El uso de amuletos de pequeño tamaño fue una costumbre generalizada en la civilización egipcia. Su función era la de servir como elementos apotropaicos o profilácticos, un mecanismo de defensa mágico o sobrenatural que establecían determinados vínculos de protección con los dioses, y que formaban parte tanto de la vida cotidiana de los vivos como de los ajuares funerarios de los muertos en su tránsito hacia el más allá.
La tipología de la colección es diversa. Los hay que representan a divinidades religiosas, como la diosa Isis, esposa de Osiris y madre de Horus; Anubis, asociado a los muertos, de ahí que aparezca como momificador; Hathor diosa de la fertilidad, el amor, la alegría y la música; Min, dios lunar de la fertilidad y la vegetación; Bes, dios barbudo protector de los hogares; Thueris, diosa de las embarazadas; Nefertem, que simboliza el nacimiento del sol y es considerado como la perfección absoluta o Shu, dios del aire.
Por otro lado, y dado el carácter animista de la religión egipcia, donde cualquier ser, objeto y fenómeno que forme parte de la naturaleza está dotado de vida y alma propia, no debe sorprender que plantas, animales y elementos inanimados sean puestos en relación, de una u otra manera, con los dioses, el ritual funerario, caso del pájaro Ba, o simplemente como fetiches favorecedores de la salud y la buena suerte. Hay talismanes con forma de hoja, flor de trigo, palmetas, peluca, disco solar, racimos de uvas, anillo con el ojo sagrado, placas y ostracas escritas… Especial atención merecen, un Escarabeo de corazón que contiene una inscripción en escritura jeroglífica, el pasaje XXXB del Libro de los Muertos; y un corazón con dos vasos salientes. Éste último, considerado el elemento más importante del cuerpo humano, ejerce una función primordial en el Juicio Osiriaco.
Pero sin duda, los más abundantes son las representaciones de animales asociadas con los dioses. Así, tenemos cuerpos humanos con cabeza de chacal en honor a Anubis, otro femenino con cabeza de leona, Sejmet, causante de las guerras y las pandemias o el de un personaje con cabeza de ibis, Thot, dios de la sabiduría y de la escritura; ranas y serpientes relacionadas con los alumbramientos y el renacer de la vida, Apis como toro portando el disco solar; el cocodrilo, personificación del dios Sobek, creador del Nilo; el halcón en referencia a Horus; la diosa cobra o Uadjet, símbolo del Bajo Egipto o un babuino sentado, considerado sagrado por sus aullidos al amanecer en homenaje a Ra, dios solar.
Los materiales utilizados son el vidrio y la fayenza, un tipo de pasta de vidrio con arena de cuarzo molida y algún fundente que con la incorporación de minerales de cobre ,azurita o malaquita, produce en superficie una vitrificación con brillos de varios colores, siendo el más común el azul-verde.
JVG
[1] La colección egipcia de la Universidad de Sevilla fue estudiada y catalogada por la doctora Myriam Seco Álvarez y los resultados publicados en: La colección egipcia de la Universidad Hispalense. Ed. Por la Universidad de Sevilla y la Fundación El Monte, 2000.