1656
Dos varas castellanas y dos dedos. Aprox. 175 cm
Madera de cedro tallada y policromada
En agosto de 1655 nombran al médico italiano, Tiberio Damián, Cirujano Mayor del Hospital del Cardenal (fundado por el cardenal Cervantes en 1455), también conocido como Hospital de san Hermenegildo o “de los heridos”, cargo que ocupó hasta 1662. Su innovadora labor, con la introducción de técnicas quirúrgicas avanzadas y enseñanzas prácticas con cadáveres, le llevó a gozar de un considerable prestigio en la Sevilla de mediados del siglo XVII.
En agradecimiento, el pisano encargó en 1656 un retablo, consagrado a los santos médicos Cosme y Damián, para una bóveda que los jesuitas le cedieron en la iglesia de la Anunciación. La arquitectura de este correspondió al maestro entallador Martín Moreno, las esculturas a Juan Pérez Crespo (1627-1659) y las pinturas a Alonso de Zamora.
El retablo fue desmontado como consecuencia de las reformas promovidas en el templo, entre 1836 y 1842, por el entonces canónigo de la catedral de Sevilla, don Manuel López Cepero. Se han conservado las dos esculturas y cuatro pinturas con escenas de la vida de los santos mártires. Una posterior remodelación, llevada a cabo entre los años 1970 a 1972, hizo que las obras fuesen almacenadas. Tras un concienzudo proceso de restauración en 1997, las pinturas se trasladaron a la capilla universitaria de la Antigua Real Fábrica de Tabacos y las tallas escultóricas devueltas a la Anunciación, donde en la actualidad lucen, en sendas peanas voladas del muro del evangelio, flanqueando el retablo de la Virgen de Belén.
El profesor Bernales Ballesteros, puso en relación las esculturas con el círculo de Pedro Roldán, no anduvo descaminado, pues hoy sabemos la estrecha amistad que unió a Juan Pérez Crespo y Pedro Roldán fruto de su condición de discípulos en el taller granadino de Alonso de Mena, donde ambos coincidieron a partir de 1639. Finalizado el periodo de aprendizaje se volvieron a reunir en Sevilla. Para José Luis Romero Torres[1], el traslado de Pérez Crespo a nuestra ciudad pudo estar motivado por el importante encargo de imágenes que se le hizo a su amigo Pedro Roldán en junio de 1652 para el convento de santa Ana de Montilla.
El historiador Duncan Kinkead, en su trabajo sobre, Pintores y doradores de Sevilla entre 1650 a 1699, publicó el contrato que firmó el escultor lorquino, para la realización de las dos imágenes de los santos cirujanos y una paloma del Espíritu Santo. Se utilizaría la madera de cedro y su altura sería de dos varas y dos dedos (vara castellana 0,836 cms). Las imágenes, inexpresivas, resultan un tanto fingidas en cuanto a sus poses, lo que les otorga un cierto movimiento. Ambas presentan la muceta amarilla de los licenciados en medicina, lo que supone un evidente anacronismo, pues ambos vivieron en el siglo III dC.
JVG
[1] Ver su trabajo sobre Juan Pérez Crespo, escultor y padrino de la Roldana, en Laboratorio de Arte. Nº 25 (2013), pp. 371-396.